jueves, 19 de septiembre de 2013

22 de septiembre: Equinoccio de primavera


Hay un fenómeno astronómico que se da dos veces al año con una separación de seis meses: el equinoccio, y significa que ese día en particular, el día y la noche tienen la misma duración. Estos dos momentos del año son el 21 de marzo y el 21 de septiembre. En el hemisferio norte el 21 de marzo es el equinoccio de primavera y el 21 de septiembre el de otoño, mientras que en el hemisferio sur es a la inversa. Este es el único día en que el Sol sale exactamente por el este y se pone exactamente por el oeste en ambos hemisferios. Esto sucede porque  la inclinación del eje terrestre va cambiando en relación con el Sol  a lo largo de su traslación (un año, lo que le lleva a la Tierra completar una vuelta alrededor del Sol). Cuando el ángulo de su eje es perpendicular a  los rayos del Sol, éstos impactan con un ángulo de 90º con respecto al ecuador, y están a la misma distancia de los polos. Este  momento es el equinoccio. La tierra sigue su camino hacia el verano, después del equinoccio de primavera; y hacia el invierno, después del equinoccio de otoño.

 Si miramos la naturaleza, el equinoccio es un momento de máxima potencia y cambio. En el otoño se realiza tradicionalmente la cosecha más grande. Los antiguos chinos, así como muchas otras civilizaciones de la antigüedad, celebraban la Luna Llena del equinoccio de otoño, más brillante que las otras y que les permitía trabajar toda la noche. Después de ese momento, mientras su hemisferio se aleja del Sol, la naturaleza se va aletargando en el sueño invernal.

En cambio, cuando se acerca la primavera, vemos los árboles pelados del invierno. En ese instante único, en las ramas que parecían muertas, empiezan a brotar y explotar los botones verdes fosforescentes. En la representación del taichi (la polaridad fundamental yin-yang, o negativo-positiva en equilibrio constante) los equinoccios están representados por los pequeños puntos interiores, llamados "verdadero yin" y "verdadero yang".

Equinoccio de otoño y equinoccio de primavera, un punto único de inflexión entre la vida y la muerte. Pareciera que aquello que murió en un hemisferio brotara resucitando del otro lado del planeta, el momento en que "verdadero yin" y "verdadero yang" intercambian sus esencias  generando un tercero, algo nuevo.

Este año, el equinoccio de primavera cae 22 de septiembre y se da  una hermosa coincidencia, que también hay luna llena.


Como dice el monje zen Thich Nhat Hanh (en este video) “La vida no puede morir. Puede cambiar, puede convertirse en una cosa o en otra. Un ser no puede no ser.”  El hexagrama nº 23 del I Ching, Po “La desintegración” describe el momento en que se produce la muerte y la descomposición, es la destrucción, el aniquilamiento que llevan a cabo las fuerzas sombrías yin cuando llegan a su punto máximo. Pero el hexagrama que le sigue como una evolución natural es el nº 24, Fu “El retorno”, que muestra el regreso de la energía yang que entra y crece desde abajo, como la semilla del fruto que ya se pudrió, demostrando que la fuerza yang, luminosa, expansiva, vital es invencible.

Este momento tan poderoso del equinoccio de primavera también fue celebrado por los mayas, maestros de la astronomía. Construyeron pirámides de piedra que al entrar en relación con la dinámica luz del Sol, iban señalando los distintos momentos del año, entre otras cosas. En la pirámide de Kukulkán o Castillo de Chichén Itzá, en el equinoccio de primavera y durante diez minutos, se ilumina el cuerpo de la serpiente Kukulkan que representa la fuerza del Sol  descendiendo a la Tierra. (Aquí un video sobre el tema).

Eso que pasa arriba, afuera, pasa abajo, adentro. En el medio de esa corriente de cambio, atravesada por esa diagonal que se forma entre los dos equinoccios, por las vueltas de la tierra, por la fuerza del Sol, en el medio de ese instante sagrado, quizás algo se muere adentro mío y confío en que la fuerza yang del cielo va a volver a saltar desde mis pies, desde la base de mi columna, de colores y maneras nuevas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

La mente en el corazón

Desde siempre escucho que la mente domina la razón, la inteligencia y la comprensión. Y por otro lado, en oposición, actúa el corazón, que gobierna las emociones, las pasiones y el cuerpo. Frases como “a mi cuerpo le pasan cosas”, “pensar con la cabeza”, “tener sangre fría”, suponen que el corazón y la mente funcionan de forma separada.

¿Qué pasa cuando nos preguntamos, por ejemplo "¿Qué es esto?", qué significa un puñado de arroz, una cucharada de azúcar, una tarde de lluvia, qué son diez pesos, un auto, una casa, un amigo?

Hay un significado que todos convenimos y entendemos, pero el significado verdadero se lo da, o lo encuentra, cada uno. La representación del verbo ser (como comenté en la entrada anterior) es (shì), un sol con sus propios pies. Yo creo que la comprensión se da dentro de cada persona en cada momento. Un sol sobre sus propios pies tiene el poder de darle un sentido, basado en su percepción individual.  Entonces, el significado es esa especie de comprensión de los sentimientos.


       
  • (xiǎng), pensar, considerar, desear: Sobre el corazón (xīn) está (xiāng), observar, evaluar, que a su vez se compone de 目 mù, ojo, a la  derecha  de 木 mù, árbol. El ojo del corazón observando desde un punto fijo, el árbol.

  • (sī), reflexionar, meditar, pensar: Sobre el corazón (xīn) está (tián), un campo cultivado. El pensamiento que se cultiva y crece en el campo, la tierra de nuestro corazón.

  • (yì), voluntad, intención y deseo; significado: Sobre el corazón (xīn) está (yīn), sonido, compuesto por (lì), estar de pie, y (rì), Sol. Podemos pensar en el sonido que sale de nuestro corazón como motor de la voluntad o podemos ver la voluntad como un sol, que se pone de pie sobre nuestro corazón. (yì) también quiere decir significado: el sentido interno de las palabras como símbolos, se da sobre nuestro corazón.

En todos estos casos, donde corazón (xīn) se encuentra en la parte inferior del caracter, también se da la idea, como pensaban los antiguos chinos, de que la vida y el movimiento se originan  abajo y se dirigen hacia arriba. No se trata del corazón superado o reducido por las ideas que están por encima, sino del corazón como base para ellas.

En los siguientes caracteres, el corazón, en este caso (xīn), está al costado:

        
  • (dǒng), comprender, entender: Tiene a la izquierda corazón (xīn), a su derecha  (dǒng), que arriba tiene (cāo), hierba, y debajo, (zhòng), importante, de peso. La comprensión se da de la mano del corazón, como una cuestión importante, de peso, que llega a lo profundo, a las raíces.

  • (wù), despertarse, darse cuenta: A la izquierda tiene corazón-mente  (xīn), a la derecha tiene (wú), yo o nosotros, compuesto por (wǔ), cinco, sobre (kǒu), boca, abertura. El número cinco quizás haga referencia a los cinco elementos, dando un sentido totalizador: nuestro corazón que se vincula  a través de las bocas o aberturas de nuestros cinco sentidos, transmitiendo una idea de hacer consciente, de iluminación.

Hay muchos otros caracteres, como por ejemplo inteligente  (cōng), recordar  (yì), olvidar  (wàng), aspiración  (zhì), concebir 怀 (huái), que también se fundamentan en el corazón. Por eso cuando traducimos "corazón" del chino, muchas veces necesitamos decir "corazón-mente".

Doy gracias a la sabiduría de los ancestros que nos pasaron estas letras escritas con corazón. El corazón como centro de nuestra percepción y nuestro pensamiento. El corazón como base de nuestra construcción de la realidad. En este mundo plagado de ilusiones, lo único que sabemos es  que sentimos. Ahora, también comprendo la estupidez humana, fuente de toda crueldad. Es la que no tiene corazón para comprender.