Desde
nuestra más tierna infancia aprendemos a comunicarnos no sólo a través de
gestos, sino de palabras. Gracias a esa fina relación entre las palabras y su
significado podemos ser capaces de aprender y convivir con nuestros congéneres
en este mundo. Somos animales de lenguaje. El lenguaje es un tesoro de nuestra
mente, por eso cualquier disciplina que
lo ejercite nos hace bien, porque fortalece una capacidad innata de nuestro
cerebro. La lengua madre con la que nos toca nacer es una herencia valiosísima.
Ella nos da las herramientas fundamentales para comunicarnos con nuestros
semejantes. Gracias al lenguaje, podemos expresar nuestro mundo interno e
incorporar conocimientos nuevos, podemos crear, formar parte del tejido social,
buscar y encontrar nuestro sentido y
nuestro lugar en la naturaleza.
El idioma
que heredamos, con su delicado sistema de relaciones, con su lógica interna,
trae una enorme sabiduría propia que se fue estructurando y perfeccionando con
el correr de las generaciones. Todo el que lo habló dejó en él algo de su verdad
humana, y esta construcción sigue abierta a nuevas posibilidades. ¿Cómo se
podría pensar sin lenguaje, sin el lenguaje oral, escrito, el lenguaje
matemático, el de la música, el informático?
El idioma
chino es uno de los más antiguos del planeta. El ejercicio de estudiarlo nos
enfrenta con una profunda complejidad que se desarrolló a través de miles de
años y al mismo tiempo con los elementos más simples del lenguaje, que
subsisten hasta nuestros días, la sabiduría de nuestros ancestros.
Al estudiar el idioma chino vuelvo a pasar por palabras tan simples como ser, estar, haber, persona, amigo, gracias. Las aprendí desde el comienzo, sin embargo con el tiempo sigo encontrando nuevos significados. Por ejemplo el caracter de persona 人 (ren), en su sencillez nos transmite nuestra esencia: somos el único animal erguido sobre sus dos pies. Su forma es parecida a la de un árbol 木 (mu), pero nuestros pies se pueden mover. 疋 (pi) significa un pie en movimiento. Si observamos el caracter 是 (shi), que significa ser, se forma con un sol 日 (ri) instalado sobre sus dos pies 疋 (pi). Qué bello modo de representar la existencia. Otra de las primeras palabras que aprendí es gracias 谢 (xie). Siempre me llamó la atención cómo está formado: su primer radical es lenguaje 言 (yan), al lado, cuerpo 身 (shen) y a su derecha, una pulgada 寸 (cun). Ahora pienso que con una pulgada de agradecimiento podemos sentir nuestra existencia, nuestro cuerpo. Porque el agradecimiento se da entre dos y gracias al que da, el que recibe siente su existencia, y esto se da a través de la comunicación, del lenguaje. La sabiduría del lenguaje chino es ancestral e inagotable.