domingo, 29 de diciembre de 2013

Creo en los Reyes Magos

¿Vos creés en los Reyes Magos? Ésta es la pregunta que todos nos hacíamos cuando teníamos más o menos 8 años. Poco tiempo después nos enterábamos de que esta verdad indiscutible era una mentira de nuestros mayores.  Aún así, somos nosotros mismos los que repetimos la misma mentira a nuestros niños, el  de los Reyes o el de Papá Noel y el Árbol de Navidad es un cuento que perdura a través de las generaciones.

Tanto la escena de los Reyes y el Nacimiento de Jesús como Papa Noel y el Árbol de Navidad, nos remiten al invierno, oscuro y nevado, aunque aquí nosotros nos estemos muriendo de calor. Esto se debe en parte a que estas tradiciones provienen del hemisferio norte y allí, este momento del año coincide con el solsticio de invierno (el día más corto del año), mientras que en este hemisferio, coincide con el solsticio de verano (el día más largo del año).

Durante el solsticio de invierno, la naturaleza, sobre todo en los países fríos, pareciera estar muerta, aunque nosotros sabemos que está pasando por una fase de descanso antes de comenzar un nuevo ciclo con la primavera. El símbolo del Árbol como la regeneración de la vida es más que directo y contundente. Ese triangulito verde que resiste, al lado de sus compañeros árboles que parecen muertos, y nos recuerdan la certeza de que ese invierno es una muerte aparente y que pronto la vida va a volver a nacer. Y esto sucede de modo inexorable, con la misma fuerza implacable del tiempo. La Tierra, el Sol, todo el Cielo, gira y gira como un reloj. Y sabemos que la primavera va a volver y vamos a volver a tener flores y frutos. Es algo tan natural que podría ser una obviedad sin interés.

Sin embargo, nuestros ancestros se detuvieron para observar este momento de la naturaleza, bello y milagroso. ¿En qué momento se dieron cuenta de que esto era así? ¿Cuántos inviernos habrán tenido que pasar hundidos en la angustia de no saber si ese invierno tenía fin? Por suerte, no he pasado por  la angustia de no saber si lograré sobrevivir un invierno, pero sí conozco la angustia, esos momentos de ignorancia y desesperación. Creo que cada uno de nosotros tiene sus propios “inviernos”.

El símbolo del Árbol de la Regeneración de la Vida parece ser un símbolo muy común en las diferentes culturas del planeta y el Nacimiento de Jesús representa lo mismo pero en el mundo humano. El nacimiento es algo sagrado, un milagro.

En este momento del año y desde hace unos dos meses, al oscurecer, allí por donde se pone el sol, aparece un lucero  gigante. No sé si será el mismo que vieron los 3 Reyes Magos durante el solsticio de invierno marcándoles la ruta hacia el oeste pero cuando miro hacia el este y veo las 3 Marías viajando hacia el oeste, me gusta pensar en los Reyes, peregrinando hacia donde muere el sol, donde aparece el lucero y también, donde nacen los ríos que nos dan vida.

Todos nacimos y fuimos bebés alguna vez. Espero que aquella beba que fui siga viva en el fondo de mi ser, con la inocencia que aceptó que esos 3 Reyes Mágicos existían y sabían que yo existía por la evidencia indiscutible de mis zapatos y ¡me trataban casi como a Jesús! mejor, me traían lo que yo les pedía, en vez de esas cosas raras que ni sabía lo que eran. Eran mágicos y me conocían. Cuando a veces la vida me rebalsa y me siento en el medio de un crudo invierno,  de pronto me viene ese sentimiento que me transmitían los Reyes, desde lo misterioso y lo infalible juntos. Y sí, ¡yo creo en los Reyes Magos! los guía una estrella, vienen desde el Este a festejar un nacimiento, quizás el de un nuevo deseo que nace en nuestro interior. Gracias a mis padres que me hicieron el cuento de los Reyes, ahora conozco ese sentimiento: desde las fuerzas del Cielo, de la Naturaleza, viene la orientación, la dicha.


En chino, “natural” se dice “naturaleza propia” (自 然- zì rán) y “naturaleza”, “gran naturaleza propia” (大 自 然- dà zì rán). Ése es mi deseo, que mi naturaleza propia sea la misma que la naturaleza.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Siento, luego existo

El estudio del cerebro y sus funciones avanzó enormemente en los últimos años, sin embargo sigue siendo un misterio para la ciencia cómo funciona la memoria. ¿Por qué recordamos ciertas cosas y otras se nos olvidan? ¿Cómo algunas situaciones triviales quedan grabadas en nuestra mente y otras  importantes, a nuestro pesar, se borran por completo? En el año 2006 escribí un texto sobre la memoria que para mí, sigue teniendo vigencia hoy. Lo escribí originalmente en inglés, haciendo click aquí, y  también  lo pueden leer en castellano a través de este enlace.

El idioma chino en sí mismo es como un gran registro de la historia de cada palabra desde el momento en que se empezó a escribir, es decir que la memoria del idioma chino está impresa en sus caracteres. ¿Cómo se escribe “recordar” en chino? En el chino simplificado se escribe 忆 (yì) mientras  que en la forma tradicional, 憶 (yì). Como siempre, adentrarnos en los radicales que componen el caracter nos lleva al significado profundo de la palabra. En ambos casos el radical de la izquierda es “corazón”, 忄 (xīn), es decir que el recuerdo va de la mano con nuestras emociones, percepciones y sentimientos individuales. El lado derecho difiere en sus versiones. En la simplificada aparece 乙 (yǐ) que significa “segundo” o “número dos“. Pareciera que, cuando recordamos, eso que sentimos con el corazón revive por segunda vez.

En cambio, en la escritura tradicional este componente乙 (yǐ) se escribe意 (yì). Este caracter que significa “significado” “idea” “voluntad” “pensamiento”, es muy sugestivo en sí mismo. Se construye sobre el corazón 心 (xīn) y contiene también 立 (lì) “estar de pie” y 日 (rì) “sol”. En este caso, lo que se repite al recordar es una idea, un pensamiento, basados en el corazón. Pero además, este “sol de pie”, compone a su vez el caracter 音 (yīn) “sonido”. Entonces, en 意 (yì),"idea", "pensamiento", nos da la imagen de un sonido que se genera en el corazón. Y en nuestro caracter de "recuerdo" 憶 (yì), podemos pensar en el sonido que recuerda el corazón, o bien en el pensamiento que se repite, y esto siempre sucede con el corazón. En castellano, la palabra "recordar" también contiene "re", de nuevo, y "cordis", corazón, o sea, "volver a pasar por el corazón".

 En cualquiera de los casos, 乙 (yǐ) o 意 (yǐ), van acompañados del corazón al costado忄 (xīn). En chino,el corazón se relaciona profundamente con el pensamiento y la mente. En "La mente en el corazón" desarrollo algunos de sus significados. Por eso muchas veces en español se traduce del chino la palabra “corazón-mente”, porque para ellos, funcionan juntos. Es como si estos caracteres chinos me explicaran las palabras de Descartes “pienso, luego existo”. Al ser consciente de que piensa, sabe que  existe. Si lo escribiera en chino podría traducirlo como “siento, luego existo”.



El corazón, tan importante en este caracter de recuerdo, memoria, también tiene una connotación muy interesante: está formado por tres gotas de agua unidas por un trazo 心. El agua es el elemento  que da vida a todos los seres vivos y al mismo tiempo tiene la capacidad de unirlos, como los ríos, los arroyos, las venas y las arterias. Del mismo modo, la memoria alimenta todas las otras funciones más complejas del pensamiento, es su sustento básico, no se puede prescindir de ella para reflexionar, formar ideas, analizar y construir el mundo según la propia percepción. La memoria, como un gran depósito, guarda los elementos de nuestro pasado y gracias a ella, podemos ser coherentes al realizar las  funciones más complejas a lo largo de nuestra vida. La memoria junta todo, registra, toma nota. Pero como el agua, puede tomar caminos impensados, hacer relaciones inesperadas.

Cuando enseño taichi, algunos alumnos me preguntan si hay algún momento en el que se logra hacer los movimientos sin pensar. Y yo me pregunto, ¿se puede vivir sin pensar? Si el pensamiento y la memoria se construyen con nuestro  corazón, ¿se puede vivir sin sentir?





jueves, 17 de octubre de 2013

Cada decisión, un acto de vida


¿Qué se necesita para tomar una decisión?

Cuando tomamos una decisión se pone en juego toda nuestra persona, en cuerpo, mente y espíritu. Según la ciencia moderna,  hay fundamentalmente tres hormonas que intervienen en la toma de decisiones: el cortisol, la testosterona y la oxitocina.

El cortisol se produce en las glándulas suprarrenales y su secreción está controlada por el hipotálamo, ubicado en el centro de la cabeza. Su producción está vinculada al estrés y actúa en la evaluación de situaciones de riesgo. En exceso puede resultar paralizante e impedir la toma de decisiones.

La testosterona es segregada principalmente por las glándulas sexuales (testículos y ovarios) y en menor medida por las suprarrenales. Esta hormona genera confianza en uno mismo y capacidad de asumir riesgos. Su déficit  genera indecisión, mientras que su exceso puede generar egocentrismo y desconsideración frente a los demás.

La oxitocina se genera en el hipotálamo y tiene importancia en la construcción de lazos de colaboración, de vínculos con los demás y en la confianza en los otros. Tiene un efecto contrario a la testosterona.

Estas tres hormonas actúan de modo conjunto y se equilibran mutuamente al tomar una decisión. Las hormonas estimulan los cambios químicos necesarios para que nuestro organismo pueda responder  a las situaciones externas. Se trata de un elemento maravilloso que conecta la mente con el cuerpo. Podemos comprender con nuestra mente, podemos saber lo que necesitamos, ¿pero cómo convertimos nuestro pensamiento en acción? Las hormonas disparan instantáneamente las respuestas de nuestro cuerpo y nos hacen actuar en coherencia con el pensamiento.

Por otro lado, las hormonas se vinculan íntimamente con nuestros sentimientos. Es difícil saber hasta qué punto las emociones generan cambios hormonales y viceversa, pero lo que me resulta evidente es que no podríamos hacer nada sin esta estrecha relación entre el pensamiento, el cuerpo y las emociones.

Según los antiguos textos de Taichi Chuan, la energía que necesitamos para hacer un movimiento proviene de la voluntad, el pensamiento y la intención, en chino 意 (yì). Como el taichi es un arte marcial, cada movimiento es una reacción de defensa y ataque, quiere decir que cada vez que hacemos un movimiento de taichi debemos tomar una decisión adecuada. Y nuestro pensamiento, 意 (yì), que además como caracter  tiene en su base el radical de corazón, sintetiza nuestra mente, nuestra emoción y nuestra capacidad física de reacción (literalmentee representa un sol de pie sobre el corazón). Por eso, practicar taichi chuan también involucra a la actividad hormonal.

Como siempre, la sabiduría antigua sintetiza campos que parecen diferentes e inconexos y sin embargo en la realidad actúan en conjunto y potencian mutuamente sus efectos. Si podemos explicar cosas es porque también somos incapaces de explicar cosas. Si hay cosas que tienen explicación también hay cosas que no tienen explicación.  La emoción tiene el poder de mantenernos conectados aun con lo que no tiene explicación.

jueves, 3 de octubre de 2013

Caminando con el Sol


El calendario maya es igual al chino en cuanto al modo de calcular el tiempo. Además, los dos se representan en forma de rueda. Como cualquier calendario, sirve para medir el tiempo, que como todos sabemos, depende del movimiento de la Tierra y el Sol. Esta medición es una descripción  detallada  del pasaje del tiempo y del cambio de las estaciones. El Sol no solamente es esencial para nuestra subsistencia sino que además, desde la antigüedad más remota, está ligado a la temporalidad. Por eso estos dos elementos, que son la importancia de la energía del sol y la regularidad de su movimiento, se combinaron para que los seres humanos podamos organizar nuestra economía, nuestras actividades y administrar nuestras energías.


En idioma chino el caracter Sol日 (rì) significa día y está presente como radical en caracteres relacionados con el tiempo y la temporalidad, como por ejemplo, tiempo 时间 (shí jiān), mañana 明天 (míng tiān), temprano 早 (zǎo), tarde 晚 (wǎn).

Lo hermoso del gráfico del calendario maya Cholq’ij es que en el centro hay un hombre, que está en una posición encorvada cargando sobre sus espaldas al tiempo en sus diferentes representaciones. Hace poco me enteré de que ese personaje en el centro del calendario representa a los Ajq'ij (cargadores del tiempo o daykeepers). Son miembros de su comunidad considerados guías espirituales y sanadores, respetados como autoridades morales (no políticas) en su clan, o círculo cercano. Lo que me fascina de esta idea es que esta persona respetada es un hombre o mujer que vive al mismo ritmo del Sol. Se levanta al amanecer, ofrece un sacrificio y realiza un saludo ritual al sol. Además, conoce profundamente al calendario. Como ropa distintiva, lleva en su cabeza una tela tejida de tal forma que refleja los cuatro puntos cardinales y el recorrido el Sol en la bóveda celeste. El Ajq’ij o cargador del tiempo considera que esta práctica es necesaria para que el Sol pueda realizar su recorrido diario, y que a través de estos ritos, lo ayuda a llevar adelante el arduo trabajo de atravesar el cielo ascendiendo durante la mañana, deteniéndose brevemente en la cima al mediodía y descendiendo a las profundidades durante la noche para descansar, y emerger nuevamente al alba.

El Ajq’ij me da la perfecta imagen de un practicante, ya que persiste acompañando al Sol diariamente y así realimenta y profundiza su poder y conocimiento. La importancia de la práctica es algo que también aprendí de los chinos.

Me pregunto qué sienten estas personas que llevan adelante su trabajo diario de la mano del Sol, el astro más poderoso para la vida en la Tierra. Se trata de una actitud de humildad ante las fuerzas superiores que da fuerza y poder a estos encargados de cuidar el tiempo. Es un modelo de la ley a seguir.

Otra vez, la sabiduría ancestral me conecta de un modo simple y directo con la naturaleza. Conectarme con ella también es conectarme con mi naturaleza interna. Aunque no sea fácil.



Aquí, un video en inglés donde un Ajq'ij moderno explica brevemente en qué consiste el rol de portador del tiempo.

jueves, 19 de septiembre de 2013

22 de septiembre: Equinoccio de primavera


Hay un fenómeno astronómico que se da dos veces al año con una separación de seis meses: el equinoccio, y significa que ese día en particular, el día y la noche tienen la misma duración. Estos dos momentos del año son el 21 de marzo y el 21 de septiembre. En el hemisferio norte el 21 de marzo es el equinoccio de primavera y el 21 de septiembre el de otoño, mientras que en el hemisferio sur es a la inversa. Este es el único día en que el Sol sale exactamente por el este y se pone exactamente por el oeste en ambos hemisferios. Esto sucede porque  la inclinación del eje terrestre va cambiando en relación con el Sol  a lo largo de su traslación (un año, lo que le lleva a la Tierra completar una vuelta alrededor del Sol). Cuando el ángulo de su eje es perpendicular a  los rayos del Sol, éstos impactan con un ángulo de 90º con respecto al ecuador, y están a la misma distancia de los polos. Este  momento es el equinoccio. La tierra sigue su camino hacia el verano, después del equinoccio de primavera; y hacia el invierno, después del equinoccio de otoño.

 Si miramos la naturaleza, el equinoccio es un momento de máxima potencia y cambio. En el otoño se realiza tradicionalmente la cosecha más grande. Los antiguos chinos, así como muchas otras civilizaciones de la antigüedad, celebraban la Luna Llena del equinoccio de otoño, más brillante que las otras y que les permitía trabajar toda la noche. Después de ese momento, mientras su hemisferio se aleja del Sol, la naturaleza se va aletargando en el sueño invernal.

En cambio, cuando se acerca la primavera, vemos los árboles pelados del invierno. En ese instante único, en las ramas que parecían muertas, empiezan a brotar y explotar los botones verdes fosforescentes. En la representación del taichi (la polaridad fundamental yin-yang, o negativo-positiva en equilibrio constante) los equinoccios están representados por los pequeños puntos interiores, llamados "verdadero yin" y "verdadero yang".

Equinoccio de otoño y equinoccio de primavera, un punto único de inflexión entre la vida y la muerte. Pareciera que aquello que murió en un hemisferio brotara resucitando del otro lado del planeta, el momento en que "verdadero yin" y "verdadero yang" intercambian sus esencias  generando un tercero, algo nuevo.

Este año, el equinoccio de primavera cae 22 de septiembre y se da  una hermosa coincidencia, que también hay luna llena.


Como dice el monje zen Thich Nhat Hanh (en este video) “La vida no puede morir. Puede cambiar, puede convertirse en una cosa o en otra. Un ser no puede no ser.”  El hexagrama nº 23 del I Ching, Po “La desintegración” describe el momento en que se produce la muerte y la descomposición, es la destrucción, el aniquilamiento que llevan a cabo las fuerzas sombrías yin cuando llegan a su punto máximo. Pero el hexagrama que le sigue como una evolución natural es el nº 24, Fu “El retorno”, que muestra el regreso de la energía yang que entra y crece desde abajo, como la semilla del fruto que ya se pudrió, demostrando que la fuerza yang, luminosa, expansiva, vital es invencible.

Este momento tan poderoso del equinoccio de primavera también fue celebrado por los mayas, maestros de la astronomía. Construyeron pirámides de piedra que al entrar en relación con la dinámica luz del Sol, iban señalando los distintos momentos del año, entre otras cosas. En la pirámide de Kukulkán o Castillo de Chichén Itzá, en el equinoccio de primavera y durante diez minutos, se ilumina el cuerpo de la serpiente Kukulkan que representa la fuerza del Sol  descendiendo a la Tierra. (Aquí un video sobre el tema).

Eso que pasa arriba, afuera, pasa abajo, adentro. En el medio de esa corriente de cambio, atravesada por esa diagonal que se forma entre los dos equinoccios, por las vueltas de la tierra, por la fuerza del Sol, en el medio de ese instante sagrado, quizás algo se muere adentro mío y confío en que la fuerza yang del cielo va a volver a saltar desde mis pies, desde la base de mi columna, de colores y maneras nuevas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

La mente en el corazón

Desde siempre escucho que la mente domina la razón, la inteligencia y la comprensión. Y por otro lado, en oposición, actúa el corazón, que gobierna las emociones, las pasiones y el cuerpo. Frases como “a mi cuerpo le pasan cosas”, “pensar con la cabeza”, “tener sangre fría”, suponen que el corazón y la mente funcionan de forma separada.

¿Qué pasa cuando nos preguntamos, por ejemplo "¿Qué es esto?", qué significa un puñado de arroz, una cucharada de azúcar, una tarde de lluvia, qué son diez pesos, un auto, una casa, un amigo?

Hay un significado que todos convenimos y entendemos, pero el significado verdadero se lo da, o lo encuentra, cada uno. La representación del verbo ser (como comenté en la entrada anterior) es (shì), un sol con sus propios pies. Yo creo que la comprensión se da dentro de cada persona en cada momento. Un sol sobre sus propios pies tiene el poder de darle un sentido, basado en su percepción individual.  Entonces, el significado es esa especie de comprensión de los sentimientos.


       
  • (xiǎng), pensar, considerar, desear: Sobre el corazón (xīn) está (xiāng), observar, evaluar, que a su vez se compone de 目 mù, ojo, a la  derecha  de 木 mù, árbol. El ojo del corazón observando desde un punto fijo, el árbol.

  • (sī), reflexionar, meditar, pensar: Sobre el corazón (xīn) está (tián), un campo cultivado. El pensamiento que se cultiva y crece en el campo, la tierra de nuestro corazón.

  • (yì), voluntad, intención y deseo; significado: Sobre el corazón (xīn) está (yīn), sonido, compuesto por (lì), estar de pie, y (rì), Sol. Podemos pensar en el sonido que sale de nuestro corazón como motor de la voluntad o podemos ver la voluntad como un sol, que se pone de pie sobre nuestro corazón. (yì) también quiere decir significado: el sentido interno de las palabras como símbolos, se da sobre nuestro corazón.

En todos estos casos, donde corazón (xīn) se encuentra en la parte inferior del caracter, también se da la idea, como pensaban los antiguos chinos, de que la vida y el movimiento se originan  abajo y se dirigen hacia arriba. No se trata del corazón superado o reducido por las ideas que están por encima, sino del corazón como base para ellas.

En los siguientes caracteres, el corazón, en este caso (xīn), está al costado:

        
  • (dǒng), comprender, entender: Tiene a la izquierda corazón (xīn), a su derecha  (dǒng), que arriba tiene (cāo), hierba, y debajo, (zhòng), importante, de peso. La comprensión se da de la mano del corazón, como una cuestión importante, de peso, que llega a lo profundo, a las raíces.

  • (wù), despertarse, darse cuenta: A la izquierda tiene corazón-mente  (xīn), a la derecha tiene (wú), yo o nosotros, compuesto por (wǔ), cinco, sobre (kǒu), boca, abertura. El número cinco quizás haga referencia a los cinco elementos, dando un sentido totalizador: nuestro corazón que se vincula  a través de las bocas o aberturas de nuestros cinco sentidos, transmitiendo una idea de hacer consciente, de iluminación.

Hay muchos otros caracteres, como por ejemplo inteligente  (cōng), recordar  (yì), olvidar  (wàng), aspiración  (zhì), concebir 怀 (huái), que también se fundamentan en el corazón. Por eso cuando traducimos "corazón" del chino, muchas veces necesitamos decir "corazón-mente".

Doy gracias a la sabiduría de los ancestros que nos pasaron estas letras escritas con corazón. El corazón como centro de nuestra percepción y nuestro pensamiento. El corazón como base de nuestra construcción de la realidad. En este mundo plagado de ilusiones, lo único que sabemos es  que sentimos. Ahora, también comprendo la estupidez humana, fuente de toda crueldad. Es la que no tiene corazón para comprender.                                                                  

jueves, 29 de agosto de 2013

Sabiduría ancestral

Desde nuestra más tierna infancia aprendemos a comunicarnos no sólo a través de gestos, sino de palabras. Gracias a esa fina relación entre las palabras y su significado podemos ser capaces de aprender y convivir con nuestros congéneres en este mundo. Somos animales de lenguaje. El lenguaje es un tesoro de nuestra mente,  por eso cualquier disciplina que lo ejercite nos hace bien, porque fortalece una capacidad innata de nuestro cerebro. La lengua madre con la que nos toca nacer es una herencia valiosísima. Ella nos da las herramientas fundamentales para comunicarnos con nuestros semejantes. Gracias al lenguaje, podemos expresar nuestro mundo interno e incorporar conocimientos nuevos, podemos crear, formar parte del tejido social, buscar y encontrar  nuestro sentido y nuestro lugar en la naturaleza.

El idioma que heredamos, con su delicado sistema de relaciones, con su lógica interna, trae una enorme sabiduría propia que se fue estructurando y perfeccionando con el correr de las generaciones. Todo el que lo habló dejó en él algo de su verdad humana, y esta construcción sigue abierta a nuevas posibilidades. ¿Cómo se podría pensar sin lenguaje, sin el lenguaje oral, escrito, el lenguaje matemático, el de la música, el informático?

El idioma chino es uno de los más antiguos del planeta. El ejercicio de estudiarlo nos enfrenta con una profunda complejidad que se desarrolló a través de miles de años y al mismo tiempo con los elementos más simples del lenguaje, que subsisten hasta nuestros días, la sabiduría de nuestros ancestros. 


Al estudiar el idioma chino vuelvo a pasar por palabras tan simples como ser, estar, haber, persona, amigo, gracias. Las aprendí desde el comienzo, sin embargo con el tiempo sigo encontrando nuevos significados. Por ejemplo el caracter de persona  (ren), en su sencillez nos transmite nuestra esencia: somos el único animal erguido sobre sus dos pies. Su forma es parecida a la de un árbol  (mu), pero nuestros pies se pueden mover.  (pi) significa un pie en movimiento. Si observamos el caracter (shi), que significa ser, se forma con un sol  (ri) instalado sobre  (pi). Qué bello modo de representar la existencia. Otra de las primeras palabras que aprendí es gracias  (xie). Siempre me llamó la atención cómo está formado: su primer radical es lenguaje 言 (yan), al lado,  cuerpo  (shen) y a su derecha, una pulgada (cun). Ahora pienso que con una pulgada de agradecimiento podemos sentir nuestra existencia, nuestro cuerpo. Porque el agradecimiento se da entre dos y gracias al que da, el que recibe siente su existencia, y esto se da a través de la comunicación, del lenguaje. La sabiduría del lenguaje chino es ancestral e inagotable.

domingo, 24 de febrero de 2013

La luna, el yin y el yang y los terrícolas.


Los chinos tienen la idea de que la Luna es como un espejo de la Tierra. En el fondo, creo que todos sentimos algo parecido. Desde “Lunita tucumana”, pasando por el Hombre Lobo, siguiendo por Isis, la diosa egipcia, hasta las toneladas de poesías dedicadas a la Luna, en todas las épocas y en todas partes del mundo, ella, como nuestra sombra, es nuestra fiel compañera.

Pero, si es nuestro espejo, ¿qué tipo de espejo? ¿Cuando miramos la Luna Llena, nuestra energía aquí en la Tierra también está así de llena? Quizás nuestros sentimientos sí,  los ríos y las mareas también están llenos. Pero en realidad, si estuviéramos parados sobre la Luna Llena, veríamos a la Tierra como “Tierra Nueva”, vacía, en sombras, debido a la posición del Sol, detrás de la Tierra. 




El primero en explicar esto fue el genial Leonardo Da Vinci  en el 1510, 100 años antes de Galileo y el primer telescopio. Él, igual que sus antecesores,  se preguntaba  por qué en los primeros días de la Luna Creciente, desde su cuerno brillante se puede observar lo que llaman “luz cenicienta”, completando el disco lunar. Algunos creían que la Luna tenía luz propia, pero él, a fuerza de observar, estudiar y dibujar, llegó a la conclusión de que esa luminosidad en la parte oscura de la Luna se debía a que estaba recibiendo luz de la “Tierra Llena” (vista desde la Luna) reflejando, a su vez, los rayos del Sol. Es lo mismo que sucede en la Tierra cuando la Luna Llena  nos ilumina con esa luz  fría y tenue, que no es más que el reflejo de la luz del Sol. A esta luz cenicienta también  se la llama “resplandor de Da Vinci”.

Luna cenicienta.




Cuando estamos del lado escuro de la Tierra, recibimos la luz de la Luna Llena y cuando  la Luna está a oscuras, recibe, en cambio, el resplandor de la Tierra. Es como un diálogo, un vínculo de luz y sombra, de palabra y silencio, de dar y recibir, de yang y yin.

Acá, en la Tierra, lo celebramos. Por lo menos, en el calendario tradicional chino (que es luni-solar), las grandes festividades se relacionan con la Luna. La primera Luna Nueva de la primavera marca la Fiesta del Año Nuevo Chino y justo 15 días después, la primera Luna Llena, marca el final de la Fiesta de la Primavera con la Fiesta de los Faroles. Esta celebración, que tiene unos 2000 años de antigüedad, es tan colorida y vital como la de la Primavera. Por sus desfiles, danzas y música, se la ha comparado con el Carnaval occidental. Y, por su puesto, tratándose de la Luna Llena, también tiene una connotación romántica. Parece que, antiguamente, a las mujeres no se les permitía salir de las casas, excepto para la Fiesta de los Faroles. Por esto, ese día también era una oportunidad para el encuentro de los enamorados.

Hoy es la Fiesta de los Faroles. ¡Adiós Fiesta de la Primavera China! ¡Adiós Carnaval!
¡Feliz Fiesta de los Faroles! ¡Feliz Día de los Enamorados!

“La Luna representa mi corazón” es una canción china muy popular que usa esta imagen para expresar la fuerza y pureza del sentimiento entre dos enamorados. Aquí va:

月亮代表我的心
你问我爱你有多深
我爱你有几分
我的情也真
我的爱也真
月亮代表我的心
你问我爱你有多深
我爱你有几分
我的情不移
我的爱不变
月亮代表我的心
轻轻的一个吻
已经打动我的心
深深的一段情
教我思念到如今
你去想一想
你去看一看
oooo月亮代表我的心

Yuèliàng dàibiǎo wǒ de xīn

Nǐ wèn wǒ ài nǐ yǒu duō shēn
Wǒ ài nǐ yǒu jǐ fēn
Wǒ de qíng yě zhēn
Wǒ de ài yě zhēn
Yuèliàng dàibiǎo wǒ de xīn

Nǐ wèn wǒ ài nǐ yǒu duō shēn
Wo ài nǐ yǒu jǐ fēn
Wode qíng bù yí
Wǒ de ài bù biàn
Yuèliàng dàibiǎo wǒ de xīn
Qīng qīng de yīgè wěn
Yǐjīng dǎdòng wǒ de xīn
Shēn shēn de yīduàn qíng
Jiào wǒ sīniàn dào rújīn
Nǐ qù xiǎng yī xiǎng
Nǐ qù kàn yī kàn
Yuèliàng dàibiǎo wǒ de xīn

La luna representa mi corazón.
Me preguntás cuán profundo es mi amor por vos
Cuánto mide mi amor por vos
Mi sentimiento es verdadero
Mi amor es verdadero
La Luna representa mi corazón.

Me preguntás cuán profundo es mi amor por vos
Cuánto mide mi amor por vos
Mi sentimiento no se mueve
Mi amor no cambia
La Luna representa mi corazón.

Suavemente un beso
Y ya se conmovió mi corazón
Un sentimiento profundo
Que me hace extrañarte hasta hoy.

Pensalo un poco
Andá y mirá
La luna representa mi corazón.

domingo, 17 de febrero de 2013

¿Será casualidad que este año el Año Nuevo Chino coincide con el Carnaval?


Para todos nosotros el calendario es fundamental, ya que es la base sobre la que organizamos nuestras rutinas, nuestra economía, nuestra agenda. Algunos son más exactos que otros.  Algunos  nos   dan información  sobre  la  luna,  incluso, para los que se interesan en la astrología, la ubicación de los diferentes planetas. La naturaleza tiene sus ritmos, los podemos apreciar en los cambios que suceden en el transcurso de cada día o de cada año. Estos cambios se rigen por el movimiento de la tierra en relación con los planetas y estrellas que la rodean. La medición de estos ritmos se refleja en los relojes y en los almanaques. Éstos nos permiten ubicarnos en los diferentes momentos del año. Nos dicen cuál es el día más corto, cuál el más largo, saber cuándo la naturaleza parece dar un vuelco y virar hacia un clima más frío, a continuación del verano, o más cálido, a continuación del invierno.

A través de los tiempos, las diferentes culturas necesitaron diseñar sus calendarios para poder registrar el paso del tiempo, implacable y exacto. Hoy por hoy, yo lo puedo observar en un papel de afiche pegado en la pared de mi cocina. El almanaque  sigue siendo algo tan esencial como indispensable para la vida de todos.

Pero me pregunto cómo habrá sido para nuestros ancestros, hace miles de años, cuando se enfrentaron con el fenómeno de estos cambios  por primera vez. Este registro no pasaba por el papel, sino que se daba en relación directa con la naturaleza: cómo incidía la luz del sol y de los astros sobre la tierra a lo largo del año y de los años y sus consecuencias en el medio ambiente. ¿Qué construcciones habrían diseñado y en qué lugares, para apreciar las variaciones de los días, cuándo se alargaban o se acortaban? Seguramente ellos ya se daban cuenta de que esto era algo escencial para la vida de todos. Y además, me imagino que, al tomar conciencia de la regularidad de estos grandes cambios de la naturaleza,  deben haber percibido lo sagrado. De hecho, estaban registrando algo que sucede en el cielo al entrar en contacto con la tierra y con los seres vivos que la habitan.

Yo no creo que haya relación entre el Año Nuevo Chino y el Carnaval, pero sí que ambos marcan un momento clave de cambio en el ciclo del año y, como los dos siguen conectados con  los ritos ancestrales, mantienen su significado.

En este momento, cuando en el hemisferio norte comienza la primavera y en el hemisferio sur, el otoño, siento que algo sagrado está pasando en la naturaleza, en todos nosotros, en mí también.

¡Les deseo a todos el mejor año nuevo chino y carnaval!