Hace dos meses nos enteramos de la muerte de “El solitario Jorge”, último espécimen de la subespecie Chelonoidis Abingdoni, la tortuga gigante de las Islas Galápagos. Los científicos habían intentado llevar adelante su reproducción en cautiverio con una hembra de otra isla del mismo archipiélago de una especie similar, pero si bien se aparearon, no se logró la fecundación.
Hay un fragmento de Charles Darwin en “La evolución de las especies”, que nos ayuda a entender esto: “El hecho realmente sorprendente de las Galápagos, y en menor grado en algunos casos análogos, es que cada nueva especie, después de haberse formado en una isla cualquiera, no se propagó rápidamente a las demás del archipiélago. Las islas, aunque se hallen a la vista unas de otras, están separadas por profundos brazos de mar, en la mayoría de los casos más anchos que el Canal de la Mancha, y no hay ninguna razón para suponer que las islas hayan estado unidas en algún período anterior. Las corrientes marinas son rápidas y barren entre las islas, y las tormentas de viento son extraordinariamente raras; de modo que, de hecho, las islas están mucho más separadas entre sí de lo que aparece en el mapa. Sin embargo, algunas de las especies –tanto de las que se encuentran en otras partes del mundo como de las que están confinadas en el archipiélago –son comunes a las diversas islas, y de su modo de distribución actual podemos inferir que se han propagado de una isla a las demás. Pero creo que a menudo nos hemos formado una opinión errónea de la probabilidad de que especies muy afines invadan mutuamente su territorio al hallarse en libre intercomunicación. Indudablemente si una especie tiene cualquier ventaja sobre otra, en brevísimo tiempo la suplantará total o parcialmente; pero si ambas se hayan igualmente adaptadas para sus propias localidades, probablemente conservarán ambas sus puestos separados durante tiempo casi ilimitado. Estando familiarizados con el hecho de que muchas especies, naturalizadas por la mano del hombre, se han propagado con asombrosa rapidez por áreas extensas, nos inclinamos a pensar que la mayor parte de las especies se han difundido así; pero debemos recordar que las especies que se naturalizan en nuevos países no son generalmente muy afines a los habitantes, si no formas muy distintas que, en una proporción grande de casos, pertenecen –como ha demostrado Alph. de Candolle –a géneros distintos.”
Esta historia de las Galápagos me brindó una imagen para ilustrar un capítulo del Tao Te Ching que siempre me resultó dfícil de aceptar. Se trata del capítulo 80, el anteúltimo, que dice así:
Que haya un Estado pequeño de poca población
Aunque posee gran cantidad de herramientas, no las usa
Donde el pueblo siente respeto por la muerte y renuncia a emigrar
Aunque tienen barcos y carros, no tienen ocasión de usarlos
Aunque tienen armas y corazas, no tienen ocasión de exhibirlas
Que el pueblo retorne al sistema de nudos
Se deleite con su comida
se vista bellamente
disfrute de sus costumbres
y tenga tranquilidad en sus moradas
Aunque los Estados vecinos se divisen a lo lejos
y se puedan oír el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros
la gente podrá envejecer y morir sin haberse visto nunca.
La tortuga genéticamente más afín al solitario Jorge era la vecina de la isla de enfrente. Pudieron aparearse, pero no lograron tener descendencia. Aunque las especies de cada isla han mantenido sus rasgos peculiares durante tantos años, la intrusión de especies foráneas logra desplazar a las locales. Sin embargo, nadie puede decir que una hormiga o un ave que el hombre trae desde el continente es superior a cualquier especie de las islas, tanto en su capacidad de adaptación para vivir en la naturaleza como en belleza.
La diversidad que se perdió no se recupera, cada ser es único. Para asegurar la diversidad hay que cuidar la individualidad y el modo en que los individuos se relacionan entre sí, según su lugar de origen. Las intervenciones externas a una comunidad o sistema violentan su equilibrio interno y natural. Aún en una pequeña isla, las posibilidades son infinitas. Me gustaría ver a mi vecino como un pato de pico celeste aunque el mío sea anaranjado.
Qué lástima profe lo de la tortuga Jorge, creo que a muchísimos nos hubiera gustado ver el resultado del apareamiento de los más ancianos.
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