Para mí estas palabras están llenas de fuerza y sabiduría. Las vi cuando fui a Merlo, San Luis, y visité el monasterio de las monjas benedictinas de clausura. Todos los sábados abrían a la comunidad las puertas de su santuario en la ladera de la montaña, para escuchar y participar de la misa cantada. En el camino que llevaba al santuario aparecía varias veces este cartel: “Cuidamos el silencio”, en referencia al voto de silencio que obedecen las hermanas. El santuario parecía, más que una casa, una cueva adentro de la montaña. Todo reflejaba pura sencillez y frugalidad. A mi me quedaron grabadas las palabras del cartel. “Cuidar el silencio” es como un primer acto de vivir.
El Tao también nos da imágenes sencillas y frugales de la vida de cualquiera de nosotros que me ayudan a repensar la mía. Y nada más simple que el silencio.
Si hay una imagen visual que serviría para este cartel “Cuidamos el silencio” sería “Blanco sobre blanco” de Malevich. Por otro lado esta imagen podría ilustrar una descripción que hace Lao Zi del Tao Te (la virtud del Tao):
(…)
Lo más blanco parece manchado
el cuadrado más grande no tiene esquinas
la vasija más grande esta incompleta
la música más grandiosa suena débilmente
la forma más grandiosa no tiene forma
el Tao está escondido y no tiene nombre.
Sin embargo es el Tao, el que origina todas las cosas
y las lleva a su consumación.
Cap. 41
Para encontrar el Tao de mí misma, cuido el silencio, el blanco manchado, el cuadrado sin esquinas, la forma sin forma.
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