lunes, 15 de mayo de 2017

El caballo, el mono y Dragon Ball.

Al practicar chikung (ejercicios de respiración y meditación) hay que mantener una concentracion adecuada y para ilustrarla, en su libro "La Raíz del Chi kung", Yuan Jwing Ming citaba esta antigua frase: "Hay que domar al caballo y atar al mono". Por un lado me pareció una imagen misteriosa, con un sentido velado, pero por otro, muy gráfica y llena de contenido: el caballo , un animal sanguíneo y fogoso que corre y corre sin parar se puede comparar con nuestro corazón y sus latidos, que se relacionan con nuestros movimientos, tanto físicos como emocionales. El mono en cambio, es un animal que se mueve de modo muy variado y cambiante, en todas direcciones y en distintos ritmos. Se puede comparar con nuestra inteligencia, dinámica, creativa e impredecible. Siempre me pareció una imagen simple y acertada, porque al practicar chikung y taichi, es importante mantenerse tranquilo (domar al caballo) y concentrado en los ejercicios que se están  haciendo (atar al mono). ¿De qué nos sirve un caballo, por más pura sangre que sea, si se desboca y va para cualquier lado? ¿De qué nos sirve un mono, por más inteligente que sea, si se escapa por las ramas a  quién sabe dónde?



Por muchos años no pasé de esta suposición hasta que  leí esta expresión en "Viaje al Oeste", la novela china escrita en el siglo XVI que inspiró a Akira Toriyama para crear Dragon Ball. Esta novela es el resultado de una tradición oral que se origina en la dinastía Tang (618-907) cuando el mítico monje Tripitaka (Xuanzang) , es enviado por su hermano el Emperador al oeste, a la India, para buscar las verdaderas escrituras budistas y traerlas a la corte, con la finalidad de estudiarlas y, con su virtud, elevar la calidad de vida de su pueblo. Durante los más de 600 años que pasaron hasta que Wu Cheng'en escribiera el libro como lo conocemos ahora, la historia se fue alimentando de las tradiciones y personajes populares de distintas regiones y se fue transformando en una larga sucesión de cuentos casi autónomos protagonizados por el monje Tang con su caballo blanco y sus tres discípulos, el Rey
Mono (Sun Wu Kong), el Cerdo (Zhu Wu Neng) y el monje Sha (Wu Ching).


Los principales transmisores de sus aventuras eran los contadores de cuentos que se ganaban la vida en las ferias y fiestas populares y que en su competencia para conseguir más público, las hacían cada vez más interesantes y divertidas. Ellos las fueron organizando en especies de episodios: cada capítulo termina con un típico "Quien desee averiguarlo tendrá que escuchar con atención las explicaciones que se ofrecen en el capítulo siguiente". (Quizás por esta herencia cultural los orientales aman las largas historias contadas en episodios, como por ejemplo los teleteatros, similares a las miniseries de occidente, y los mangas). Se cree que además, estos relatos tenían la intención de enseñar y transmitir la doctrina budista (venida de la India) y ésta, a su vez se entrelazaba con el pensamiento taoísta (originario de China). Así educaban, al mismo tiempo que entretenían.

Voy a transcribir el encabezamiento del capítulo 23, donde habla del mono y el caballo:


"CAPÍTULO XXIII
TRIPITAKA NO ECHA EN SACO ROTO SUS ORÍGENES. LOS CUATRO SABIOS PONEN
A PRUEBA LA MENTE DEL MONJE.

"Su única obsesión era completar un interminable viaje hacia las Tierras del Oeste, mientras las
brisas del otoño traían ecos de las flores escarchadas del invierno. Para conseguir tan alto fin, es
preciso que controle al mono astuto y no le deje escapar. Debe tratar, al mismo tiempo, de que el
caballo no se desboque ni se lance a una irrefrenable carrera. ................................
..................................................................................................................................
El fin primordial de este capítulo es dejar bien patente que la búsqueda de las escrituras
es exactamente igual a la necesidad que todos tenemos de volcar nuestras energías
sobre los aspectos más esenciales de la vida. Conscientes de la similitud de todo cuanto
existe, el maestro y sus cuatro discípulos quebraron los lazos que les ataban al polvo.
Atrás dejaron la corriente de arena y prosiguieron su camino hacia el Oeste sin que
ningún obstáculo impidiera su imparable progresión hacia las tierras benditas."

Más adelante, en el capítulo 29 :

"El Caballo de la Voluntad y el Mono de la Inteligencia habían dejado de aunar sus
esfuerzos, lo mismo que el Señor del Metal y la Madre Madera. ¿Quién puede alcanzar
sus propósitos, cuando la mente y la voluntad se encuentran tan divididas?"

En estos capítulos, los compañeros fueron tentados y separados por ciertos demonios y terminaron debilitados.

Pero ya decía en el capítulo 19, donde aparece el "Sutra de Corazon":

"De la misma forma que el metal es más fuerte que la madera, el Mono domina con facilidad al Dragón, sin embargo, cuando su odio se trueque en amor, la virtud y la bondad crecerán como un árbol y llegará hasta el último rincón del cosmos."

Según la antigua teoría de los cinco elementos, al mono le corresponde el metal y al dragón, la madera (en la novela los personajes son representantes de estos elementos y el caballo del monje Tang había sido antes un dragón que, por desobediencia, lo echaron del cielo y luego la diosa budista Guan Yin lo convirtió en caballo para llevar al monje en este viaje al Oeste). Estos dos elementos son energías antagónicas: el metal corta a la madera. Pero seguramente nuestros amigos, gracias al amor, van a volver a reunirse y así superar todas las dificultades.

Quizás aquí el budismo aporta el amor como elemento de unión de los elementos que vienen de la tradición taoísta. Yo humildemente los fusiono con mis pensamientos de todos los días y deseo fervientemente mantener a éstos atados a mi voluntad, pero el mono se me escapa y se me escapa. Disculpen si me fuí por las ramas.



domingo, 9 de abril de 2017

Caracteres chinos (más que mnemotecnia)

¿Quién inventó la escritura?


Dicen que los antiguos chinos, cuando vieron las huellas que dejaban los pájaros  se inspiraron para inventar la escritura. La marca ya no es el pájaro, sin embargo conserva su sentido, la presencia del pájaro. La marca que deja el que dibuja o escribe guarda el sentido de lo que piensa y lo que siente. La línea o el dibujo, como la huella del pájaro, es la marca que deja el hombre sobre una superficie. Qué emoción maravillosa debe haber sido percibir por primera vez a esas marcas como signos.


Si la escritura transmite un mensaje, no podría  partir de una decisión arbitraria de nadie en particular, habría que ir acordando cómo representar las distintas palabras, si no, podría interpretarse mal el mensaje. La escritura se construye con la interacción de millones de personas a través de muchísimos años. Pero ¿cómo habrá sido la prehistoria de la escritura? ¿De dónde salió la necesidad de escribir, de la necesidad de mandar un mensaje? ¿O eso vino después y primero fue el simple asombro de descubrir signos con la capacidad de representar un contenido de la misma manera que los sonidos hablados, las palabras, contenían un sentido en particular?


Más allá de lo que esté escrito y con qué tipografía, qué poderosa y qué bella es la escritura, que nos permite ver y racionalizar eso que dicen las palabras que hablamos. Nos independiza de un interlocutor presente y podemos llevar nuestro pensamiento directamente a las letras o caracteres. Gracias a la escritura nuestras palabras pueden viajar más lejos en el espacio y en el tiempo.

Hay algunas culturas que construyeron un sistema de representación basado en la pronunciación de las palabras, como por ejemplo las occidentales. Y otras culturas, como por ejemplo los chinos, construyeron un sistema de representación del significado, si bien muchas veces incluyen un radical o componente que además, hace referencia a su pronunciación. Este último sistema hace posible que aún sin conocer el sonido de las palabras se pueda comprender lo que está escrito. En China, todos pueden leer los caracteres, sin embargo no pueden entenderse mutuamente cuando hablan en sus dialectos. Por eso toda la transmisión televisiva está subtitulada en chino, así, todas las personas de las diferentes provincias y regiones, cada cual con su dialecto particular, pueden comprender lo que se está diciendo en idioma oficial chino, aun si ellos mismos lo dicen o pronuncian de un modo totalmente diferente y no conocen la pronunciación del idioma oficial.

El ideograma chino (combinación de dibujo con concepto) es un caracter más elemental como representación que la fonética, pero llega más lejos, puede transmitir su sentido más allá de la pronunciación. Además, como la escritura es un lenguaje en sí mismo, los caracteres chinos tienen un modo particular de representar su significado que les da fuerza y los hace más coherentes. El modo en sí encierra la sabiduría de su contenido. Algunos son tan claros y directos que son casi cómicos, otros, profundamente sabios y poéticos.

Me gustaría armar una sección donde guardar este tipo de caracteres e invitar a todos los que quieran a sumar caracteres que se les vayan cruzando y que por alguna razón les llaman la atención y los sorprende por lo obvio de su representación,  que al mismo tiempo ayuda a entender mejor su sentido interno.

Por ejemplo:

-"休息" (xiu xi). 

休: persona (人 ) + árbol (木)  (persona junto a un árbol) = "detenerse, descansar".                            
息: uno mismo (自) arriba, corazón (心) abajo (uno mismo instalado sobre el corazón) =   "detenerse descansar". Como quien dice "paremos en la estación de servicio", "paremos en el árbol,                                                             aquietemos el corazón".                                    
     

-"中"(zhong), "上"(shang), "下"(xia).

中: un cuadrado partido al medio = "medio, centro".
上: un tracito arriba de otro = "arriba".
下: un tracito abajo de otro = "abajo".


 -"马上" (ma shang).

马: caballo.
上: sobre. ( arriba de un caballo) = "inmediatamente". Por ejemplo si le pedimos a un mozo que nos traiga la cuenta, nos puede contestar "arriba de un caballo".

Como dirían los mismos chinos, "una imagen vale por mil palabras".