Desde que era chica mis profesores siempre me dijeron que no estudiara de memoria. Decían que si sólo usamos la memoria no estamos usando nuestra capacidad de razonamiento. Así que nunca le presté demasiada atención a mi memoria ya que pensaba que el buen entrenamiento no estaba en esa parte de mi cerebro.
Tiempo después empecé a aprender taichichuan. Estaba fascinada por este arte marcial chino y quise saber más sobre su cultura. Entonces empecé a estudiar su idioma. Ambos se basan en la memoria. Los movimientos del taichi deben aprenderse de memoria del mismo modo que los caracteres chinos y su sonido. Un poeta chino necesita saber cinco mil poemas de memoria para crear los suyos propios. En realidad, se mide el nivel de dominio del idioma según el número de caracteres conocidos. El chino promedio usa aproximadamente tres mil caracteres. Y los tiene que aprender de memoria.
La medicina tradicional china sostiene que el cuerpo humano está atravesado por varios canales de energía vital con miles de puntos de acupuntura a lo largo de todos ellos. También se aprenden de memoria. Pero, en cada caso, todo lo que se memoriza está profundamente interrelacionado, como las ramas de un árbol. Uno nunca recuerda cosas aisladas.
Recordar algo significa mantenerlo vivo. Si no usás una puerta las bisagras se van a oxidar y finalmente no van a servir más. Del mismo modo nos olvidamos de lo que no necesitamos o no queremos usar. Entonces practicar es un buen modo de mantener lo que queremos recordar en nuestra mente. Y la práctica es una característica importante de todas estas disciplinas. Primero hay que aprender a practicarlas. La memoria es esencial y sólo después de que se ha alcanzado cierto nivel en la técnica se puede abordar la teoría. De otro modo es imposible comprenderla.
Cuanto más se practica mejor es la técnica. A través de la práctica se pueden encontrar las muchas y diferente conexiones entre los movimientos, en el caso del taichichuan, de los caracteres, en el caso del idioma chino. El nivel de habilidad que se consigue a través del tiempo y el trabajo se llama “kung-fu”. El nivel de kung-fu depende de cuánto tiempo y cuán intensamente se trabajó. Esta palabra se puede usar para un cocinero, un doctor, un pintor o un artista marcial. La mayoría de las actividades chinas, especialmente las tradicionales, se miden por kung-fu.
Hay una antigua expresión china que siempre me inquietó y dice algo así como “Para conseguir kung.fu (para hacer cualquier cosa) hay que sufrir amargura”. ¿Por qué amargura? En este momento pienso que si hacés algo vos mismo, lo sentís, tenés que aprender de tus propias experiencias y errores para llegar a tus propias conclusiones y aprender. No hay otro modo, no hay teoría para lograr el conocimiento más pronto. No hay caminos cortos. La memoria es tu apoyo para conseguirlo en todo momento. Cuando la usás, tenés que atravesar cada cosa, una por una. Es práctica. Memoria y práctica van de la mano. No es sólo lo que sabés sino cómo llegás a aprenderlo, y cómo lo podés hacer.
Hay un cuento que Sancho Panza le narra a Don Quijote y, se supone, viene del Oriente: Un pastor necesitaba llevar a sus trescientas cabras al otro lado de un gran río. Su bote sólo podía llevar una por vez. Sancho cuenta cómo va llevando una tras otra al otro lado con todo detalle. Cuando ya llegó a la quinta Don Quijote le pide que se saltee toda esa parte y continúe con la historia. Sancho dice que como Don Quijote le hizo perder la cuenta de las cabras perdió el hilo de la historia y no puede continuar. No puede recordar cómo sigue el cuento. Y listo.
Esta anécdota me sugiere que tenés que sufrir el pasaje de las trescientas cabras. Es la forma en que trabaja la memoria. Es la única manera de llegar a conocer la historia. Es la forma de construir tu kung-fu. Lo construís con tu vida. Lleva tiempo, energía, trabajo. ¿Cómo podés evitar el sentimiento? Sufrir amargura es la parte difícil.
Creo que ésto no es fácil de entender y aceptar para nosotros, occidentales. Ésta no es nuestra manera habitual de estudiar. China es una cultura antigua. A través de su larga evolución ha tenido poco intercambio con la cultura occidental. Darwin describe las afinidades de todos los seres de una misma clase como un Árbol de la Vida. La cultura china y la occidental son como dos árboles de diferentes clases. Sus diferentes procesos de evolución tomaron diferentes formas, diferentes modos de conectar y organizar sus partes, diferentes estructuras. Si queremos llegar a conocer y entender este exótico y desconocido árbol de la cultura china, creo que tenemos que embarcarnos en nuestros botes de la memoria y navegar a través de sus canales de práctica para encontrar sus conexiones, sus flores, sus frutos. Para hacer este viaje tenemos que sufrir nuestro propio kung-fu.
¿Cómo funciona la memoria? Hace poco leí en el diario que la ciencia todavía no ha podido responder a esta pregunta. Pero siempre la tengo presente. Para mí, la memoria se convirtió en un tesoro que cultivo todos los días.
Contiene herramientas para investigar y acercarte a la China, una cultura milenaria y durante tantos años cerrada al resto del mundo que hoy se abre como una caja sin fondo que nos ofrece elementos simples que cada uno de nosotros puede traer a su ámbito particular, personal y profesional, sea desde el deporte, la medicina, el arte, la arquitectura, etc. para repensar y enriquecer nuestra vida. Un modo de observar la naturaleza para encontrarnos con nosotros mismos. Una caja una puerta.
martes, 30 de agosto de 2011
MEMORIA, PRÁCTICA Y KUNG-FU
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