Descubrir y encontrar significan
casi lo mismo, sólo hay un matiz que las diferencia: descubrir se relaciona más
con develar, con destapar, sacar lo que está cubriendo. Encontrar es hallar
algo o porque se lo busca o porque en determinado momento se hace evidente.
Para mí el taichi chuan fue un descubrimiento. Primero, porque cuando
empecé en el `90 era una disciplina
absolutamente exótica y no tenía ni idea de qué se trataba. Después, al empezar
a practicar, supe que a través de los movimientos suaves se conseguía fuerza y que la concentración en medio de la
lentitud me daba agilidad. Fui descubriendo nuevas posibilidades y mi percepción
se fue ampliando, por ejemplo me di cuenta de que no sólo los movimientos de la
forma son redondos, sino que todo el espacio que me rodea también es redondo. Incluso
mi propio registro corporal se fue modificando. A raíz de las exigencias del
taichi (fluidez, armonía, unidad de cada parte del cuerpo y de cada movimiento
en la secuencia) aprendí que somos una unidad cuerpo-mente-espíritu, donde el
cuerpo realiza los movimientos que organiza la mente gracias a la energía del
espíritu.
Estaba asomándome al mundo de las artes marciales chinas. Pero a este mundo,
sólo te podés asomar a través de la práctica y lo que más me asombraba era lo
que sucedía en mí al hacerlo. No sabía que tenía equilibrio, agilidad,
elasticidad, que podía ser más eficiente a través de la concentración y la
armonía, ni que tenía capacidad de memorizar y almacenar secuencias de
movimiento diferentes y variadas. En
realidad, todas éstas son capacidades naturales de nuestro organismo, siempre
habían estado allí pero yo no las había percibido.
Entonces tomé conciencia de la palabra
“encontrar”, que es un término que escuché de todos mis maestros chinos de
taichi. En las clases la usan como “comprender”, pero se refieren a una
comprensión que se da a través de la propia práctica y la experiencia personal.
Por eso en vez de preguntar “¿comprende?” preguntan “¿encuentra?”, porque uno
va encontrando, al practicar, cosas que no había notado antes y que de pronto
se nos aparecen. Generalmente, en el momento de entender algo de un movimiento,
una postura, la respiración o cualquier aspecto de la práctica, inmediatamente
uno tiene una sensación particular que sintetiza el conocimiento físico y mental que logró
hasta ese momento y siente que encontró
algo nuevo. No porque no estaba ahí, sino porque simplemente no lo había
percibido antes. No es que encontramos algo que perdimos, de hecho estamos
aprendiendo algo nuevo. Es más bien un “darse cuenta” y éstos son momentos impagables
de la práctica. No es casualidad que esta palabra "darse cuenta" está escrita en la espalda de Goku, el protagonista del manga japonés Dragon Ball. (Aquí "DARSE CUENTA" en la espalda de Goku).
Con el idioma chino me pasó algo parecido: fue un descubrimiento poder
hablar y entender un idioma tan ajeno y después, con la práctica, fui encontrando
que los chinos construyen su propio modo de comunicar el significado, pero el
significado vive adentro de cada uno de nosotros en cualquier cultura. Por otro lado, tanto hacer taichi como
estudiar un idioma, en particular el chino, es el arte de relacionar. Cada vez
que establecemos una nueva interconexión entre dos o más partes del sistema, entonces encontramos, más que
descubrimos, algo nuevo, porque según nuestra percepción, antes no estaba allí,
somos nosotros los que en un acto creativo construimos esa interrelación, la
sentimos a través de nuestros cinco sentidos y nuestra mente y le damos sentido.
Este acto de “encontrar” se repite, evoluciona y crece con cada práctica.
En
chino existen tres palabras emparentadas entre sí que significan descubrir
y encontrar y pueden ser muy ilustrativas . Las tres empiezan con el carácter 发(fā)
que significa “emitir” 发现 (fāxiàn) sería “emitir - visión” o “hacerse visible, presente”de allí, descubrir, encontrar . 发觉 (fā
jué), “emitir - sensación” o
“hacerse tangible, percibirse a través de los sentidos”. 发明 (fā míng),
“emitir - luz” o “salir a la luz”.
¡PRACTIQUEMOS!
El aporte más importante de practicar es que nos da ganas de practicar.
Aunque sean cinco minutos, esos cinco minutos siembran nuestro deseo de volver
a hacerlo. Sabemos que hacer taichichuan nos da bienestar y además beneficia
nuestra salud en general. Pero ejercitarlo implica un gasto de energía,
entonces nuestro cuerpo, con su sabiduría natural dice “no, no, no te gastes”.
Y tiene razón, no es bueno desperdiciar energía. Pero esta vez es distinto, y
nuestro organismo al poco tiempo empieza
a responder, a ir perdiendo su pereza, hasta
que llega un momento en que uno siente que “el cuerpo te pide”
practicar. Ahora se da cuenta de que lo necesita.
Practicar es la única puerta para entrar al
conocimiento de cualquier idioma, inclusive del taichichuan. Lo que aprendemos practicando nunca es un conocimiento duro
ni adocenado, sino que está vivo, nosotros participamos en forma activa y
creativa en su construcción. Se asienta en nuestro interior y crece desde
adentro hacia afuera.
Siempre me acuerdo del comentario de un alumno mío de taichichuan: “el
taichi (o tratar de hacerlo) es como
jugar al golf: la pelotita
siempre está ahí, el problema es pegarle”. Coincido plenamente, el
taichi está ahí, nosotros estamos ahí, el universo entero está ahí, el tema es
si tenemos el coraje de encontrarlo.
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